sábado, 31 de mayo de 2008

Crónicas Familiares: "El día de los guachimanes"

El frío invierno se comenzaba a sentir, atrás quedaban aquellas tardes de verano de aquel año del dos mil ocho y tu cuerpo comenzaba a temblar, rodeado de las quinientas tazas de café, y un cigarro barato doblado en el pantalón, así pasabas tus días de Mayo por las modernas calles del barrio embellecido por viejas pitucas que hablaban por celular y otras tantas que cuidaban sus jardines mas que a sus hijos. Tu raza es de roble, y eres aguantador, por doce horas al día o quizás en la noche, frondosa madrugada que se deja caer con el vaivén de las manecillas del reloj, tu cuerpo es fibra y se rehúsa a caer, tus ojos son de lince y ves mas allá, tu olfato de buen sabueso que te hace suponer quien es malo y quien no lo es, y tus recuerdos en tu mente son tu potencial. Seis días a la semana, tienes que soportar, ladridos de perros perdidos y la lluvia que dejara de cesar, tienes alma de valiente, héroe mal renumerado, que sueña con algún día despertar de ese infierno que le toco vivir, días, semanas, meses y años interminables sentado en la apolillada vieja caseta de la esquina de cada casa, en un sillón mal tapizado y cojo, con tu encendedor naranja casi vencido y tu ropa vieja y abrigadora, se viene el crudo invierno y otra vez, te tocara ir a esa batalla, no lidiaras con soldados de otro país ni con fuerzas iraquíes, combatirás la delincuencia o serás el chismoso solapa del barrio que sabe quien es José González, aquel señor que entra a la casa de la tía, cuando el marido sale, te tocas la cabeza y lees “El Chino” para entretenerte, te lastimas los ojos tratando de resolver el mismo crucigrama una y otra vez, aquel crucigrama que nunca completas y no puedes depositar para el sorteo y que lo resuelves con poca luz, tus amigos son tus colegas y el serenazgo tu protección, tu recreo son aquellas minifaldas de las domesticas de las tías pitucas, cada vez mas patonas y ya no tan caídas del palto como antaño, la descentralización acabo con el prejuicio social de la sociedad y ahora limeñas, serranas y charapas se confunden en un solo traje tallado para provocarte, y tú, que ni baño tienes, debes arreglártelas para continuar, ya faltan diez horas nada mas, resiste viejo capitán, hoy recostado en la muralla de concreto de la doctora del corazón que cobra en dólares y tu no. Ahora ya tienes tu celular, es barato, pero nadie te llama por que es costoso y te conformas con jugar con el, luego prendes la radio y escuchas el partido, te sientes parte del equipo, con chimpunes y camiseta, la sudas y pierdes como siempre, pero lo vibras. Tranquilo, ya faltan ocho horas nada más. Vas a ver que pasa a la casa de laja azul. Es el viejo borracho que le sigue pegando a su mujer, tu no puedes meterte porque eso no incluye tus servicios y te haces el sordo, ciego y el mudo, aunque con dolor, ensimismado, te pones en el lugar de la tía, y piensas que podría ser tu madre, tu tía o tu abuela pero nada puedes hacer. Oyes tu cumbia y gozas, oyendo a “Los Caribeños”, se acaban las baterías y no te queda otra cosa, que leer. Muchas muertes en el diario y ya no sabes que hacer, conversas con uno y otro que pasan y cada minuto lo saboreas, y pides al cielo, que ganes la lotería y salgas de esa pesadilla que te toco vivir. Suave camay, que quedan 5 horas y te vas. Ya te releíste todo el diario y lo arrojas, sacas tu plátano y lo comes, es tu comida, pasa la ñora que vende huevo con papa y le pides fiado, ella te dice, que tienes que pagarle antes de fin de semana, le pides ají y te dice que se acabo, te lo comes así no mas. Se asoma un peligro en la cuadra, es un malhechor, lo ahuyentas con el silbato y tu colega hace lo mismo en la siguiente cuadra. Sigues aburrido y extrañas a tu mujer, a tus hijos y tomas valor, fuerza para entender que sigues valiente y pa´lante por ellos. El reloj dice que faltan dos horas y te vas. Aprovechas a tu colega que te cubra y vas a la tienda, y compras un keke, y dos cigarros mas, aprovechas el encendedor y lo prendes rápido mientras comes y pides una gaseosa, así no haga calor, te encanta la Pepsi, por que es más barata y tu presupuesto no te da para la Coca. Comes, fumas, tomas, y te sientes menos estresado, saludas al viejo ogro que te mira con desprecio, con racismo, con ojos de superioridad. Te imaginas como será en Cuba, que todos son iguales pero luego vuelves a tu realidad. La chibola vecina de la casa de laja azul te lleva un pastel que sobro de su baby shower. Tu no sabes si te lo convida por que evita la tentación por que esta dieta, o por que no tiene espacio en el basurero de su casa, pero igual te lo comes, tu bondad no tiene limites, puesto que le das el voto de confianza a la chibola y dices que ella te lo trajo por que le gustas, por que esta enamorado de ti, o por que quiere ser tu amiga, tratas de imaginar que no es por lo anterior y mucho menos por pena. Con el estomago lleno, un cansancio maldito, te pones los guantes negros y te abrigas con tu casaca acolchada. Ha venido tu reemplazo y tendrá que pasar por todo lo que tú pasaste. Son cinco para las 8:00 y te preparas para irte. En 12 horas tienes que volver, y tienes que ir a ver tu esposa, que te cuente que hicieron tus hijos, y dejar el jornal para la comida del día. Te echas cansado en el sofá y te quedas dormido. Luego de 5 horas despiertas, con un beso de tu mujer, y el abrazo de tus hijos, pero no tienes tiempo para nada, tienes que prepararte para hacer taxi 6 horas, antes de volver a tu martirio diario. Te admiro y se me hace un nudo en la garganta. Y pienso, y medito y sueño, por que no hay el día del guachimán. Descanse usted maestro. Se lo merece.

30 de mayo 2008.

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