miércoles, 17 de junio de 2009

Crónicas Familiares: "La chata ególatra"

Crónicas Familiares 16:
“La chata ególatra"

Escribe: Frank Rivers.

Después de tiempo me siento a escribir una crónica porque me sentía bloqueado, sin ideas y tiempo libre.
Hoy les hablaré de uno de los personajes que tuvo presencia en mi vida: mi amiga, la popular “J” (yei pronunciado en inglés)
J tenía solo 18 años cuando la conocí. Fue bien gracioso porque era el año 2000 y yo llamaba a una amiga de la universidad y me equivoqué al marcar y contestó J. Su melodiosa voz me fue agradando desde que me decía que no era el número y me daba entrada, chance de seguir conversando y le pregunté lo básico que se le pregunta a una chica que no conoces: ¿Cómo te llamas?, ¿Cuántos años tienes? o ¿Dónde vives? Esa primera conversación duró más de una hora y media. Tanta química entre nosotros se produjo que hizo que alborotara a mis padres con la acrecentada cuenta del teléfono. J me dijo que le encantaría ser mi amiga, que le parecía fascinante todas las historias que yo pudiera contarle y que la llamará otro día para conocernos en persona.
A los pocos días la llamé y otras horas más de conversa y quedamos en vernos en el Bembos de Chacarilla, puesto que era un lugar neutral entre su vivienda y la mía. Llegué puntual como casi siempre, pero ella me hizo esperar más de media hora. Su amiga, que no recuerdo el nombre, trabajaba en el Bembos de cajera, haciendo sus prácticas de la universidad y me decía que vaya a esperarla al segundo piso que J no tardaba en llegar.
Cuando subo y un no sé que se apodera de mí y me hace ver de espaldas, como si tuviera ojos en los hombros y olfato en la espalda: Era una simpática chatita con pinta de quinceañera, con look infantil, un polo rosado con corazoncitos tiernos por todos lados y unos ojos claros que resaltaban en su metro 55 de estatura. Me di cuenta que es chata, pero decían que lo bueno viene en frasco pequeño(En ese entonces ella tenía 18 años y me decía que estudiaba en la Universidad de Lima, cosa que resultó ser falsa, porque era en la Unifé donde lo hacía)
J se dio cuenta q era yo por la señas de su amiga y por las descripciones que le di, se dirigió hacia mí y nos sentamos a conversar. Mentiría si digo que recuerdo si pedimos algo o no, pero hablamos tan solo veinte minutos, pues como que a ella la chispa se le apagó. No le gustaba físicamente y ella a mi tampoco, y tenía que irse a bailar a la discoteca con tu grupito de muchachitas cachimbas de su universidad (Facultad de Derecho). En lo poco conversamos me pude dar cuenta que J se quería a si misma por sobre todas las cosas, hablaba demasiado de ella, de sus cursos, de sus padres, del club Regatas y su casa en la playa Lobos, de sus miles de viajes a Estados Unidos y Europa y de su colegio de mujeres, el Mater Christie.
J me dio su email y de vez en cuando nos escribíamos pero ya cuando llamaba no teníamos mucho que decirnos. Llego febrero de 2000 y el calor estaba más insoportable que nunca en Lima. La chata ególatra me decía que se iba a pasar un fin de semana de cuatro días a Lobos. Y yo me auto invité. Estaba depre porque me había dado cuenta que otra charapa mas se había burlado de mí y acostado con otros, y dije por qué no, un escape a esta Lima que me asfixia, por el calor, el engaño y el estrés.
J no conocía mi casa ni como llegar así que quedamos en que me recogería en su auto de ocasión en el mismo colegio que la vio nacer, el Mater Christie. Llegué puntual con mi maleta pesada (exageré y llevé ropa para un mes) y subí a su coche. Ella me saludo efusiva mientras hablaba por su celular post pago última generación a más amigas para que vayan. A su derecha estaba una amiga poquito agraciada así como las otras 3 que llegaron después a darnos el alcance. J no se juntaba mucho con cueros porque ella siempre quería ser el centro de atracción y vaya que lo lograba)
J había terminado con su enamorado en Enero pero ya tenía otro, Martin. Y este chico, con jale y muy buena gente se ganaba el cariño de todas las amigas de J y hasta mi amistad. El primo de J también había llegado con Martín un rato después que llegamos con J y sus 3 amigas.
Pasamos todo ese fin de semana jugando cartas, conversando, tomando cerveza, paseándonos por el mar, los tortolitos eran inseparables y yo prefería ir de pesca con el primo de J que gilear a las amigas de J.
J no paraba de hablar de ella a todos, poco nos preguntaba si estábamos a gusto o que queríamos hacer, casi siempre se hacía lo que ella decía y hasta Martín tenía que acatar. J manejaba a mil por hora y hasta alguna vez hizo voltear su auto, luego de una noche de copas, una noche loca. Felizmente en aquella ocasión la súper nave de J era conducida por Martin, más bueno que el pan.
Ese fin de semana fue inolvidable, la pase bien en la playa, me relajé y olvidé a la charapa entre buenos amigos y bellas chicas en la discoteca, entre ellas “la china”, una que años después encontré jugando Squash en el club Rinconada y con la que baile casi toda la noche.
La juerga fue total y a la tarde siguiente veíamos partidos por la sub 20, clasificatorios a la olimpiada Sidney 2000, tomando unas cervecitas. J se escapó con su amado y no los vimos hasta la noche. Las amigas de J eran un poco monses y no eran tan open mind como el primo o la misma J.
Luego, regresamos a Lima y yo me bajé en el puente Benavides para proceder a latear a mí casa. No vi a J hasta casi dos meses después que era su cumple y fui a su casa de Surco. Ahí nos tomamos fotos, como la que coloqué en mi hi5 del 2009.
Y posteriormente celebró su cumple en el Regatas Lima Club y hasta allá fui para pasar una fiesta inolvidable pero para el mal, ya que J me sentó en una mesa con otras tres amigas pero súper pesadas y engreídas (por no decir pitucas) y me pelee con ellas y por consiguiente con J. Además me había presentado a dos primitas de 16 y 15 años que me decían viejo tan solo por ser base 2. Y yo que no aguanto pulgas las desaire y eso enfureció mas a J, que no quiso llevarme de regreso en su auto y ya no sabía cómo me iba a ir. Felizmente el hermano de J, todo un caballero, que se levanto a una de las tres pitucas, me dejó en mi casa, claro, antes de irse con la chica a quien sabe dónde.
Luego de eso nunca más vi a J. Fueron años conversando por el Messenger, y yo mandándole cartas y felicitaciones por sus cumpleaños, cosa que no hacia ella, porque todo el mundo la saludaba por su cumple pero ella no se acordaba del de nadie que no sea el suyo. Y a veces conocía a sus amigos en diversos locales, fiestas o en la universidad y ella se enojaba porque decía que los amigos de ella, solo podían ser los amigos de ella y de nadie más. Nos peleamos y años después, estando yo radicando en USA, nos reconciliamos mediante una llamada telefónica que le hice de Miami a España. Ella se había casado en el 2005 y emigrado a Alicante. En su luna de miel, iría a Florida y quedamos en encontrarnos, con su esposo español (que conoció en internet) también pero ella me plantó y nunca se dio ese encuentro. Luego volvió a ir cuando yo estaba en Los Ángeles y no me aviso y después el 2008 y 2009 vino a Perú con sus recién nacidas gemelas y tampoco quiso que nos encontremos, estaba muy distante de mi sólo porque no quería formar parte de su club de fans, y es que ella a pesar de ser buena gente y solidaria, no se cansaba de hacer de su vida una especie de “The Truman Show” es decir, que todo el mundo se entere de lo que hace, de a qué hora se acuesta, que come, con quien para, a donde va, y que todos la sigan y la feliciten, minimizando como siempre la vida de los demás.(“ Mi vida es una telenovela”) Una analogía a una especie de famosa contando cada segundo lo que hace en Twiteer o Facebook pero cuando aún estos no existían.
La chata ególatra y yo ya habíamos terminado nuestra amistad: una relación amical de un verano que difícilmente, por no decir imposible, se volverá a repetir.

17/06/2009